Today's guest blog is by Dr Elisa Calvo de Encinas, Lecturer at the Faculty of Translation and Interpretation at the Pablo de Olavide University in Seville. Dr Calvo has also taught at Heriot Watt University in Edinburgh and has written several papers exploring issues such as employability and translator training. An English version will be posted soon.
Nadie
cuestiona ya que las nuevas tecnologías aplicadas a la traducción están aquí
para quedarse. Memorias de traducción, traducción automática, aplicaciones
auxiliares y la presencia absoluta de la web en todo lo que hace el traductor
profesional.
Como
docente de traducción, intento preparar a los alumnos para que puedan abordar
una futura ocupación como traductores con unas competencias profesionales
adecuadas y, en esta línea, intento que aprendan en mis clases a “traducir” en
un sentido amplio: no solo trasladamos palabras de una lengua a otra, sino que
manejamos editores de texto, herramientas de gestión, memorias de traducción y
una documentación traductológica exhaustiva a través de Internet.
El
mundo académico de la traducción integró con entusiasmo hace ya tres décadas
las teorías funcionales de la traducción (Reiss, Vermeer, Nord, Holz-Mänttäri, entre otros), precisamente porque era el discurso teórico que
vinculaba definitivamente el análisis del hecho traductológico con la práctica
real de la traducción profesional. El funcionalismo se aleja de las teorías
traductológicas anteriores por dos factores esenciales: 1) contextualiza la
traducción como acto comunicativo; y 2) presta atención a la función que la
traducción ha de desempeñar en su contexto de destino, que puede o no ser igual
al que tuvo el texto original en su contexto. Tal y como explica Šarčević
(1997): “The era of modern translation began when the
translator was released from his/her commitment to reproduce the source
text, thus ending the predominance of thus ending the predominance of retrospective
translation and sheer fidelity to the source text”. Como resultado, ahora se contempla la
traducción como un proceso que se realiza
en perspectiva: con el destinatario o receptor en mente.
Con
la aceptación de este paradigma, se abre un nuevo papel para el traductor: no
se trata de un intermediario estático obsesionado con el texto origen, sino que
es agente activo de la comunicación: analiza el texto, su contexto, sus
dificultades y sus condicionantes profesionales de manera crítica, para así
decidir qué estrategias puede aplicar; aborda la traducción de manera abierta,
desarrollando estrategias creativas para la resolución de los problemas y para
que la traducción desempeñe la función deseada en su contexto meta. Es un
trabajo que se aleja de los métodos literales tradicionales: a veces el traductor
decide adaptar y explicar información; otras veces, opta por eliminarla; otras
veces reformula un párrafo creando nuevas oraciones o uniendo oraciones que
antes estaban separadas.
Los
alumnos de mis clases de 3º de Traducción traen la lección bien aprendida:
pueden intervenir de forma crítica en los procesos de traducción para así
trasmitir mejor la función que se desee. Si les doy un mismo texto
contextualizado en tres marcos comunicativos diferentes (con tres funciones
diferentes esperadas en cada contexto de destino), aplican estrategias
distintas y la traducción resultante es diferente de las demás. Sin embargo,
hay algo que no encaja. Una vez que han asimilado esta capacidad de
intervención crítica, introducimos el manejo de las herramientas de traducción
asistida, en donde, como es sabido, las unidades de traducción se crean según signos
de puntuación: se vuelve a una visión microtextual del texto, basada en sus
oraciones; esto invita a centrarse demasiado en el segmento original y se
tiende a dejar de lado la visión más global y funcional del texto; el
estudiante está centrado en superar la dificultad técnica de la herramienta y
deja en segundo plano el proceso traductor; se vuelve a una sensación de
obediencia al texto origen (traducción literal) y el estudiante pierde la
seguridad que había adquirido a la hora de tomar decisiones críticas y
creativas en su traducción.
¿Es
la teoría de la traducción funcional compatible con la realidad técnica de la
traducción profesional actual? Desde mi punto de vista, no solo es compatible
sino que es imprescindible. Pero requiere una fuerte adaptación pedagógica:
Las
competencias informáticas no pueden enseñarse de forma aislada del proceso
traductor: 1) ambas destrezas deben aparecer integradas en la enseñanza, para
que los estudiantes no desvinculen ambos procesos. Se debe traducir con herramientas de traducción asistida, no solo aprender
el funcionamiento de las memorias de traducción. Las decisiones traductológicas
serán más realistas y el manejo de la herramienta será más experto por emular
los retos que plantea al profesional. 2) el estudiante debe aprender procesos
básicos de gestión de proyectos, que no solo le ayudarán a mejorar su desempeño
profesional, sino que le enseñarán a no perder de vista la visión global y la
función comunicativa completa de cada proyecto de traducción. 3) el estudiante
debe aprender a identificar las variaciones funcionales de cada elemento que
aparece en un proyecto de traducción, ir más allá de las palabras que presenta
la memoria de traducción para comprender qué función desempeña un determinado
fragmento de texto en el proyecto global. ¿es el segmento un título en un
manual? ¿Una función de software? ¿Texto de una ayuda de software? Un mismo
segmento puede requerir traducciones diferentes según el contexto, aún cuando
la memoria de traducción nos invite a lo contrario. 4) el estudiante debe
conocer las estrategias de revisión, que de nuevo, le ayudan a abordar el
proyecto desde una perspectiva general que puede haberse perdido durante la
traducción informatizada.
En
conclusión: ya no es posible traducir sin ordenadores, ni tampoco aprender a
traducir sin ellos. Esta realidad requiere una adaptación pedagógica que
implica una nueva aplicación de las consolidadas teorías funcionales y un
enfoque que ayude a entender al futuro traductor que su papel sigue siendo tan
necesario y crítico como antes, si bien las estrategias pueden tener que
adaptarse a cada proyecto y sus condicionantes.
Šarčević,
S. (1997): New Approach to Legal Translation, The Hague/London/Boston,
Kluwer Law
International.
interesante punto de vista sobre ambos temas, justo ahora estoy buscando y leyendo información para mi proyecto de investigación y esto me resultó muy útil.
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